miércoles, 6 de enero de 2010

Tú Dime...

Imagínate esta escena. Vas un sábado en el Metro, con tu esposa, tus hijos. Un paseo familiar. De pronto, una pareja adolescente sube. Se sientan frente a ti. Se ven muy cariñosos. Se nota que se complementan. Comienzan a olvidar que están rodeados de gente y comienzan a besuquearse. Los besos pasan de la escena romántica a la poco agradable. Y de ahí a los toqueteos. No es nada de espantarse, porque eso es lo que las parejas hacen… ¿no?, así se demuestran su cariño, su deseo, su pasión… ¿no?. Lo primero que comienzas a pensar es que tú no haces esas cosas delante de tus hijos. Que para eso te esperas a que duerman. Que para eso los mandas con tu suegra, con tu mamá… ¿no?. Te sientes ofendido, agredido y con justa razón porque son escenas que tus hijos no tienen porque ver a sus tiernas edades, por más educación que les impartas. No ahora, piensas, no ahora que están chiquitos. Y la pareja sigue en sus toqueteos, en su faje, en su preámbulo amatorio. Y voltean a ver a todos, retadores, seguros de que nadie dirá nada… y menos tú, que vienes con tu esposa e hijos. La verdad, ya es un cuadro obsceno. Las lenguas salen, latiguean, se enredan, humedecen, tocan, rozan, raspan, dibujan. Ya es un cuadro demasiado erótico que te incomoda a ti y a tus hijos, que sólo te miran, esperando que hagas o digas algo…

Pero no puedes decir nada. Nada, nada, nada. Por una sencilla razón. Es una pareja gay. Decir algo sería “lesionar” sus derechos, sus libertades. Tú dime… ¿me equivoco?, ¿trasgredo sus derechos al pedir respeto a los míos?, ¿lesiono su libertad al pedir que no me muestren esas escenas porque YO NO LAS MUESTRO?. Tú dime… por pedir estas cosas… ¿soy homofóbico?. Ya estamos cayendo en los excesos en nombre de la tolerancia, del respeto, del vivir y dejar vivir. Ya estamos rayando en un libertinaje pasado de lanza. Y no, no es que me espante o me persigne. Tengo MUY BUENOS AMIGOS que son gays. Y ellos me aceptan cómo lo que soy (majadero, intransigente e incorrectamente político) y los acepto y los quiero como lo que son, sea cómo sea y sea lo que sea. Tú dime… quién es más irrespetuoso, aquel que trasgrede los derechos de los demás o aquel que de verdad vive su vida preocupándose por vivirla bien. Es en serio… yo ya me perdí… tú dime si estoy equivocado yo al percibir que ya nos estamos pasando de pendejos al dejar que “por no pisar la raya” de otras personas, dejemos que nos pisen la nuestra. Digo, yo lo veo así: si quieren ser tratados iguales, porque a final de cuentas, también son personas, son mexicanos, son humanos, lloran, ríen, sienten, se preocupan, se acongojan… para mí, entonces, son iguales y cómo tales, quiero que me respeten cómo yo los he respetado SIEMPRE. Punto.

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